jueves, 18 de mayo de 2023

VALLADOLID CULTURAL EN CLAVE ELECTORAL

Hace 8 años tuve el arrebato de comparar los programas electorales de los partidos que optaban a gobernar la ciudad de Valladolid. Mi ambicioso propósito era facilitar a los seguidores de este blog una herramienta que sirviera para analizar propuestas desde el punto de vista de la cultura y los museos e iniciar una tradición que aportara perspectiva a través de entradas sucesivas en cada cita electoral y que sirviera, además, como agenda para el seguimiento de la labor de gobierno y de oposición. Pronto me di cuenta de que la empresa no iba a ser fácil por la falta de costumbre de los partidos al dar difusión de los programas y por la escasa arquitectura organizativa y la ambigüedad más o menos generalizada en su redacción. Además, en la siguiente convocatoria se me echaron encima el tiempo y la pereza (quicir procrastinación) y fui yo mismo quien faltó la cita. Vuelvo a ella con la suerte, quien sabe si desgracia, de que el trabajo será más liviano pues en esta ocasión no hay convocatoria para las elecciones autonómicas.

En primer lugar, quiero celebrar que aquellas críticas que hacía en 2015 sobre la falta de difusión de los programas se hayan corregido razonablemente bien. Esta vez voy a analizar los programas de los partidos que actualmente tienen representación en el Ayuntamiento: PSOE, PP, Valladolid Toma la Palabra (que aglutina con las siglas VTLP a Izquierda Unida, Podemos, Equo y Alianza Verde), Ciudadanos y VOX. Pues bien, salvo este último partido, cuyos planteamientos no podremos valorar porque no ha publicado su programa, el resto de los partidos ha colgado sus programas de manera clara y evidente en sus webs en los primeros días de campaña y los ha difundido a través de las redes sociales. Agrada ver que en estos años hemos ganado en transparencia y en respeto a los ciudadanos, sobre todo para aquellos que nos gusta forjar opinión a partir de nuestro propio pensamiento crítico. Aunque solamente sea para afianzar posiciones o buscar críticas en lo opuesto, siempre es de valorar que exista la posibilidad de contrastar opciones.

La primera conclusión que podemos extraer es que hay una marcada contraposición entre los programas de los partidos que componen el equipo de gobierno desde 2015 -PSOE y VTLP-, frente a los de la oposición -PP, Ciudadanos y VOX-. Un somero vistazo a lo publicado nos muestra dos sesgos perceptibles en los programas: el del equipo de concejales actual, dentro de un marco progresista en el que la cultura se concibe como un bien esencial, participativo, espacio creativo de diálogo y debate, aunque bien es cierto que con alguna pincelada economicista. Y el de los munícipes de la bancada opositora, donde predomina la idea de la cultura construida sobre el mercado que busca el retorno económico en cada propuesta y donde prevalece el ocio por encima del disfrute; eso sí con alguna modulación en lo social. A ambos lados encontramos esa permeabilidad entre los bloques identitarios, provocada sobre todo por una contaminación conceptual generalizada que inventa una idea de la cultura como bien de consumo, herramienta al servicio del turismo o arma para la hegemonía cultural; estigmas que, por cierto, tantas veces hemos cuestionado en este blog.

Ejemplo evidente de esta diferenciación de actitudes y aptitudes se observa en las propuestas presentadas para el antiguo Monasterio de Santa Catalina de Siena, adquirido en esta legislatura por el Ayuntamiento y para el que debe haber unos cinco millones de euros de fondos europeos. Por un lado, el PSOE anuncia que lo convertirá en un centro cultural del vino con un hotel con capacidad para 20 habitaciones (pincelada liberal), al que añadirá un centro cívico-deportivo con piscina, gimnasio, un centro de día para mayores y un espacio para ampliar el archivo municipal (marco social); y sin que haya propuesta concreta para este espacio, VTLP, también pone el acento en posiciones de política cultural de avance social, coordinada y cohesionada. Por otro lado, el PP quiere promover un Parador Nacional tematizado en torno al vino y un gran evento bajo el nombre de Valladolid Wine Festival (cultura construida sobre el mercado), mientras que Ciudadanos habla de un espacio multiusos (modulación social).


Iglesia en Valladolid from Valladolid, España - Monasterio Santa Catalina de Siena. CC BY-SA 2.0. Created: 20 April 2018

Aquí debo decir que el proyecto para Santa Catalina de Siena es una oportunidad única para la cultura vallisoletana al disponer un espacio de más de 10.000 m2 en el centro de la ciudad. La verdad es que lo que se está anunciando parece ilusionante al combinar los usos públicos culturales y socio-deportivos junto a los usos de explotación turística y comercial, si bien chirría un poco lo de la piscina que, por otro lado, es un recurso que no existe en esta área urbana y que al parecer es muy demandado. Lo que echo de menos es que no se cree un centro museístico y es algo que asombrará en mí, poco dado a fomentar y jalear la creación inconsciente de museos. Pero creo que sería un lugar único para un museo de la ciudad, del que carece Valladolid y que no suple el recientemente creado Centro Marcelina Poncela, porque permitiría dar muestra digna a un sinfín de colecciones repartidas por otras instituciones, además de poder acoger depósitos y donaciones de particulares, y que podría articular una propuesta museística vallisoletana notable a partir de un eje constituido por el Museo Patio Herreriano, el Museo de Valladolid, el Museo Nacional de Escultura y este futurible museo, en un enclave privilegiado del casco histórico pues prácticamente todos ellos se encuentran dentro de la primera cerca medieval.

Y volviendo a análisis electoral es un poco descorazonador comprobar que, más allá de la orientación que adopta cada partido, se comprueba una diferencia determinante de esfuerzos a la hora de trabajar en los programas. Quien se tome la molestia de examinar todos los documentos verá que los del PSOE y VTLP se asientan en la confianza que da una trayectoria consolidada durante ocho años, trabajada y meditada, lo que le permite contar con una perspectiva que los lleva a presentar propuestas a futuro muy concretas y factibles y que, quizá por un proceso simbiótico, encuentra puntos de complicidad y trazos comunes; algo que deviene en unos programas precisos y ambiciosos. Por su parte, los documentos del PP y Ciudadanos se manifiestan como el resultado de una falta de bagaje reciente, a rebufo de los triunfos de sus contrarios y que muchas veces parecen ser una versión propia de lo que los otros han propuesto o el puro resultado de la idea sobrevenida, carente de reflexión y excesiva en la ocurrencia. Y lo inquietante no es eso, que podríais decirme que esta valoración es fruto de la subjetividad, sino que lo que de verdad alarma es que esta diferencia de esfuerzos ya se observaba en el análisis que hacíamos en 2015, lo cual es manifestación del interés que cada uno pone y ha puesto en el futuro de cultural de Valladolid y que califica el compromiso que se tiene respecto a los ciudadanos a gobernar.

No me quiero extender en un análisis concreto de las propuestas culturales, salvo para hablar un poco sobre museos. La verdad es que no hay demasiadas sugerencias sobre museos en los programas, más allá de generalizaciones y menciones a estas instituciones, además de alguna vuelta a proposiciones antiguas. De este modo vemos cómo el PSOE da una vuelta al Museo Patio Herreriano al quererlo conectar con grandes museos europeos, después de haber propuesto que fuera subsede del Reina Sofía, en una mención que no tiene mucho de concreta y que habría que contrastar con el proyecto del actual director. En este aspecto, no seríamos justos si no recordáramos aquí ciertas fricciones que sucedieron con la gestión de este museo. También apuesta el PSOE por un impulso al Museo de la Ciencia, algo necesario para un centro que no ha sido demasiado favorecido por las administraciones y que sin embargo es, gracias a su propio esfuerzo, uno de los referentes de la divulgación científica en Castilla y León. Es preciso recodar, asimismo, que esto ya se decía en 2015 y si bien no tenemos elementos de juicio para valorar si se ha efectuado, las sensaciones abogan por que sí se ha producido. Finaliza este partido con la aspiración de crear un Museo Nacional Interactivo y Digital de Cine, pero es una simple intención de negociar con el Ministerio de Cultura y la Academia de Cine que no especifica ni sede, ni colección, ni misión, ni financiación. Vamos, los cuatro pilares sobre los que se construye un museo.

Por su parte, como hemos indicado, VTLP y Ciudadanos hablan genéricamente de potenciar la coordinación de museos, la creación de grupos de trabajo, la captación de públicos y la mejora en su oferta cultural. Me sorprende algo la sencillez de la propuesta de VTLP para los museos y no tanto la de Ciudadanos, aunque al menos los tienen en cuenta muy a diferencia del PP que ni los menciona en su programa y que solamente los contempla en otra referencia que parece querer corregir su parquedad inicial: sin embargo, aquí la única actuación de enjundia se refiere a una medida oportunista para mencionar una instalación que nunca ha sido, y que probablemente nunca pueda ser, un museo. No debemos dejar pasar, tampoco, su idea de crear un Museo Nacional del Cine interactivo que remeda un desatinado corta y pega de lo que ya había formulado el PSOE.

Recomiendo que cada uno de ustedes se tome la molestia de leer los programas. A partir de aquí, saquen sus propias conclusiones y disfruten lo que van a votar.

viernes, 3 de marzo de 2023

VOCACIONALMENTE HABLANDO

El trabajo es ese quehacer humano tan controvertido que nos sirve tanto para financiar nuestras necesidades como para realizarnos personalmente y es tan ansiado y denostado que muchas veces no sabemos si trabajamos para vivir o vivimos para trabajar. No dudo que cada cual tiene más o menos claro por qué trabaja, ya sea porque no queda más remedio, porque algo hay que hacer o incluso porque se disfruta haciéndolo; que de todo hay en la vida. Eso suponiendo que tengamos acceso a un trabajo en condiciones dignas de ejecución y de contrapartida económica pues, desgraciadamente, no es una opción que siempre se pueda elegir.

La mayoría de las personas aspiramos a tener un trabajo y, si tenemos la fortuna suficiente, muchas veces responde a las ilusiones que nos fuimos creando en nuestros años mozos. Cuando todas las circunstancias se conjugan de manera excepcionalmente favorable conseguimos trabajos que nos satisfacen personalmente y que cubren nuestras expectativas, lo que es una gran suerte porque, al fin y al cabo, gran parte de nuestra vida consciente (y un poco de la inconsciente) la dedicamos a la actividad laboral.

Si con el correr de los años hemos accedido a una formación concreta y hemos acabado ejerciendo profesionalmente el oficio para el que nos educamos, es muy posible que podamos ser encajados entre aquellas personas que trabajan de manera vocacional. Pertenecer a esa extraordinaria categoría es, normalmente, sinónimo de que el trabajo va a comportar unos índices extremos de calidad, pues en el resultado de nuestros afanes se podrá encontrar eficacia, eficiencia, compromiso, productividad, creatividad, perspectiva…, y muchos otros galardones de los que carecen los trabajos chapuceros, toscos, imperfectos y mentirosos.

La vocación es más meritoria, si acaso, cuando se aplica a los trabajos públicos, ya que en aquellas acciones que benefician a muchos es donde se encuentra la posibilidad de conseguir grandes logros y, al observar una preocupación máxima por el bien común, donde desarrollar entornos sociales sólidos y pujantes. Como todo ello contribuye al progreso y al bienestar, los trabajadores públicos que ejercen por vocación, y que suelen poseer una importante vocación de servicio, han de ser valorados como elementos indispensables de la arquitectura de una sociedad avanzada. Que lo sean o no es una cuestión para tratar en otro momento.

Personalmente mi vocación siempre fue la memoria del hombre. Con seis o siete años descubrí fascinado que existía algo anterior a la Historia que alguien había categorizado en Edad de Piedra, Edad de Bronce y Edad de Hierro. Desde ese día tuve claro que mi futuro se encontraría en el estudio, descubrimiento y qué se yo lo qué del hombre y su paso por el planeta. Y con el devenir de los años acabé estudiando Arqueología para acabar dedicándome, por esas cosas de la vida, a los museos desde una administración pública. Y he de decir que, gracias a otras influencias ambientales, he procurado aplicar a mi capacidad profesional todos esos valores de mi personalidad que catalizan mis aptitudes: responsabilidad, lealtad, respeto, honestidad o justicia entre otros. Añado también que en todos estos años me he encontrado muchas personas con semejantes aptitudes, en este caso en el ámbito de la cultura, y puedo afirmar tambien que no se encuentran únicamente en aquellos oficios que solemos considerar como puramente vocacionales como la medicina, la educación, la cultura o la seguridad, sino que son frecuentes en personas que trabajan en la pura y dura administración de las cosas y las gentes.


Aunque, por desgracia, entre nosotros también podemos encontrar a otras personas cuya única vocación es consigo mismas. Da igual cuál sea su oficio original o cómo se haya desarrollado su trayectoria que siempre encuentran la mejor manera de lograr el beneficio propio. Suelen ser muy hábiles, sibilinos, narcisistas, amantes de lisonjas, las ocurrencias, el reparto discrecional y el conchabe, y tienen un punto de sociopatía que les empuja con todo y sobre todos para alcanzar sus objetivos gracias a su falta de empatía, escrúpulo y remordimiento. Si hace falta son mercenarios, sobre todo de sí mismos, y si tienen que usurpar el oficio de otro no encuentran problema pues consideran oportuno todo movimiento que les mantenga cerca de sus propósitos. Como tampoco son constantes, van y vienen porque han abdicado del esfuerzo que conlleva el compromiso, son líderes de la mediocridad inoperante y maestros del artificio y del oropel.

La mayoría de estas personas son encuadrables en dos categorías: los tontos y los malos. Y aquí es donde siempre topamos con el eterno dilema de quién es peor, si aquel que no sabe lo que hace por ignorancia o el que hace las cosas perversamente. Particularmente creo que los tontos son más peligrosos por la sencilla razón de que son impredecibles, mientras que a los malos se les ve venir. El malo es muchas cosas, pero de entre ellas la más reseñable es que es cobarde, por lo que puede ser relativamente fácil de contrarrestar; cuando sabes de lo que es capaz puedes aplicar contramedidas y, sabiendo que es espantadizo, rechazarlo con cierto éxito. Pero el tonto es ignorante, incauto, errático e inesperado, de modo que no sabes cómo actuar contra ellos y las consecuencias de sus actos pueden ser desastrosas; quizá sea por ello que los malos utilizan a los tontos, pues son manipulables, enfermizamente obedientes y tan compulsivamente serviles que les sirven bien para esconder sus miedos y alcanzar sus deseos mediante el método del ruina montium. Apenas quiero pensar en que haya tontos maliciosos o malos atontados, pues sería regodeo o vicio de sufrimiento; tortura masoquista sin más. Pero veo tanto de ello a mi alrededor que, si no fuera por la suerte que tengo de dormir excelentemente, contaría mis sueños por pesadillas.

Mis amigas, mis amigos, mis amigues (esta expresión es para los ofendibles) saben que empecé este año deseándoles felicidad y recordando que la civilización siempre vence a la barbarie. En estos tiempos de tribulación me gustaría enfocar las diferencias entre una y otra, como información de servicio y por si no se han parado a distinguirlas;  o por si tienen oxidado el pensamiento crítico, que es cosa frágil que no conviene tener a la intemperie si no se va a usar. La barbarie la hallamos fácilmente en aquellos que priman el beneficio ante el servicio, se encuentra también entre los que enarbolan la bandera de la hegemonía cultural, aparece con frecuencia entre los que confunden la fe con la idolatría, y pretenden hacer de ambas la norma común que someta la sociedad de todos, y es muy común en aquellos que no distinguen entre cultura y tradición, llegando a jalear el maltrato y la ofensa a la memoria hasta el punto de cuestionar y agredir los derechos que tanto cuesta adquirir.

Por su parte, la civilización se halla entre los desinteresados, los que buscan la concordia y respetan la diversidad, o en los que admiran la razón y aman la ciencia y es modelo habitual de conducta para aquellos que dignifican la custodia y trasmisión del patrimonio común y los valores universales. Así de sencilla y abrumadoramente contundente es la civilización. Tan absoluta que se comunica mediante acciones y no por medio de lenguas.

En definitiva, la barbarie y la civilización son la compañía que elegiste al elegir vocación: tú o todos.  Si eres de los primeros, la mala noticia es que siempre te recordaremos según tu elección; la buena es que estás a tiempo de cambiar.