domingo, 22 de marzo de 2015

No es solo cosa de echar una mano


Es tristísimo que un museo cierre, sobre todo si lleva más de 60 años abierto y custodia unas colecciones con una categoría como las del Museo de San Joaquín y Santa Ana, en Valladolid. Aunque, en cierto modo, quizá no deba descartarse el cierre como un solución temporal en lo que se buscan nuevos modos de gestión que sean sostenibles. Naturalmente esto sustrae el museo y sus colecciones al público y el cierre no es garantía de reapertura en el futuro; por eso antes que llegar a un cierre definitivo quizá se podría optar, al menos de momento, un cierre estacional o una apertura a demanda. Modalidades al respecto hay infinidad.

Lo que no se puede negar es que el anuncio del cierre del Museo de San Joaquín y Santa Ana coincide con el mejor momento (pre-electoral) para que puedan encontrarse respuestas políticas, si bien quizá no esté en las administraciones una solución adecuada al problema. Es el viejo recurso de ir poniendo parches que solamente alargan la agonía, en lugar de plantear medidas que partan de un análisis de la situación y que encuentre alternativas para solventar las dificultades y eliminar sus causas. No se trata, en fin, del simple remedio de habilitar una subvención que adormezca el problema hasta dentro de otros cuatro años.

A pesar de las manifestaciones oportunistas de la alcaldía, por sobrevenidas más que nada, la solución se encuentra en abordar un plan de viabilidad que, inevitablemente, debe partir de la titularidad del museo. No es necesario que lo redacten las propias monjas, que ya tienen con lo suyo, sino que se utilicen mecanismos legislativos y de planificación ya existentes; que los hay y suficientes. El apoyo de las administraciones debe venir por esa vía y debe hacerse sin caer en la tentación de detraer o eliminar recursos de otros proyectos. Sobre todo porque “echar una mano” a este museo así, sin más, legitimaría al resto de los 450 museos de Castilla y León para pedir una “ayudita” a las administraciones. Y entonces que harían estas ¿decir que no? La arbitrariedad y las excepciones son, en sí mismas, injustas.

Una cosa que me sorprende de este asunto es ver cómo se ponen de perfil algunas instituciones, asociaciones y particulares que siendo tan cercanas al museo se sirven de los medios que éste tiene (por alquiler, préstamo, o por simple costumbre). Se me ocurre que estas sociedades podrían explorar un incremento de los medios de compensación a las monjas que fueran destinados al mantenimiento del museo. Esto sería más justo que mirar para otro lado mientras se reclama una pronta resolución por parte de las autoridades.

File:Valladolid - Real Mº de San Joaquin y Santa Ana 4.jpg
Foto by Zarateman (Own work) [Public domain], via Wikimedia Commons
En los tiempos que corren es difícil que un pequeño museo sobreviva solamente con recursos propios, por lo que debe procurar una gestión colaborativa. Quizá los museos religiosos de Valladolid, o los de Castilla y León, deberían plantearse la creación de una oficina o departamento que brindara asesoramiento y recursos a estos centros, dejando al margen cuestiones de titularidad, congregación, obediencias o jerarquías eclesiásticas. Hablando se entiende la gente y hay múltiples foros e interlocutores para hacerlo (delegados diocesanos de patrimonio, comisiones mixtas, asociaciones…, o incluso la Fundación las Edades del Hombre que no todo va a ser hacer exposiciones).

¿Ven cómo hay formas de abordar el problema que no supongan gasto público?

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